12/7/09

Orejas


Las orejas, esos apéndices tan deseados que simbolizan el reconocimiento contundente a la buena lidia, de otra forma su significado carecería de sentido.Pero mientras demasiadas faenas terminan hoy con la orejita de regalo, existen otras en las que injustificadamente los toros se van con ellas al desolladero, cuando razón para pasearlas había más que de sobra.

En las plazas hay demasiadas concesiones y errores, como consecuencia de la falta de rigor y conocimientos de las presidencias y sus equipos asesores. Si en el palco presidencial no se respira conocimiento taurino, la objetividad a la hora de juzgar acaba derivando en un espectáculo poco serio de orejas y rabos.

Cuanta culpa de estas situaciones la tiene el público, al no entender que también es posible disfrutar de la fiesta sin cortar orejas. Demasiadas primeras orejas se cortan inexplicablemente, al ser su concesión potestad del foro. El público asistente debe siempre ejercer correctamente su papel de juez y parte en la valoración de una faena.

Entre los diferentes escalafones posibles, el que hace referencia a los resultados obtenidos en plazas de primera (valorando Madrid y Sevilla aparte) y segunda categoría, es el de más interés. En esta clasificación, Sebastián Castella ocupa, este año, un lugar de privilegio, cosechando importantes triunfos en las plazas de más renombre, sin obviar que podría acumular un resultado más contundente, si algún presidente hubiese sido justo a la hora de valorar.

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