Me lo habían contado y allí fui. En las horas previas, alegría de fiesta velando a su plaza. Allí nada, ni nadie se oculta. Las calles, teñidas en rojo, complicidad a raudales. Nada se extraña, huele a tarde de toros.
Durante la lidia, un silencio que aísla y ya solo tú, torero y toro. Rompe la tarde en aplausos. No estaba solo. Lejos de España y a la vez tan cerca.
Francia un país sin complejo taurino. Una gran afición, volveremos.
(En Bèziers, 15 de agosto y toreaba Castella).
16/12/08
Bèziers
Etiquetas:
Artículo de opinión,
Sebastián Castella
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario