25/12/08

Apunte histórico sobre el toro y las corridas

El propósito de este articulo, obedece al interés de proporcionar a los jóvenes aficionados, una mínima base histórica en la que puedan apoyar su afición taurina, frente a posturas antitaurinas que pretenden ignorar nuestra cultura, historia y tradición.

Ni los antitaurinos pueden negar, si son honestos, que el toro impregna nuestras raíces culturales. El toro, desde la prehistoria, ha sido en toda la ribera del mediterráneo y próximo oriente un símbolo religioso en sentido amplio, que ha formado parte del mundo numinoso de los hombres. El hombre a través de la historia ha venerado al toro.

Los juegos taurinos proceden de la práctica y experiencia de los cazadores. En su etapa como cazador, el hombre observó que su presa, el uro, respondía con agresividad al acoso cuando se sentía hostigado, el hombre desarrolló entonces una serie de habilidades y recursos que en su origen eran de mera defensa y supervivencia.
La observación y admiración que produce en el cazador esta reacción de embestida al estimulo y no de huida, como en el resto de animales, fue clave en la selección y mantenimiento de este bóvido, que además embiste con rectitud.

Con la domesticación y el paso de cazador a ganadero el uro conservó gran parte de su fiereza y el hombre sus estrategias. De la antigua caza de esta animal se pasó a una demostración de valor por parte del hombre y se convirtió al toro en protagonista y victima de prácticas lúdico-religiosas, en las que no queda claro si el toro es la victima inmolada al dios, o el dios mismo sacrificado, o ajeno a la divinidad, en cualquier caso depositario de connotaciones mágicas y fecundadoras.
La muerte es siempre el destino del toro, pero a este rito de sacrificio que se conserva, se le va añadiendo con los siglos un elemento festivo y de juego.


En la Prehistoria, durante el Paleolítico, el uro y el bisonte aparecen representados en prácticamente todas las cuevas europeas con arte parietal, y su presencia es una forma de expresión artística que pone de manifiesto la sensibilidad y cosmología del hombre prehistórico, observamos al toro representado con gran naturalismo en todo tipo de actitudes, principalmente de embestida, caza o lucha y asociado a otros animales como el caballo. El significado mas profundo de estas figuraciones escapa a nuestro conocimiento.

En Turquia en Çatal-Hüyük, una aldea anatólica pre-urbana, aparecen las pinturas más antiguas que se conocen representando la caza de los toros y los juegos a modo de corridas en el campo y no en espacios cerrados, curiosamente, en sus recintos sagrados gran parte del mobiliario está formado por trofeos de bovino salvaje.

En Egipto abunda la representación del toro y también de su sacrificio que aparece ligado a ritos de fecundidad y en ocasiones a ritos de rejuvenecimiento del soberano, siendo el toro el símbolo de generación.

En Mesopotamia la epopeya de Gilmamesh constituye una descripción literaria de una tauromaquia en la que se relata la muerte del toro celeste a manos del héroe, que es asistido por un subalterno, Eukidu, que utiliza para ello el juego y el engaño, no en vano los cuernos del toro celeste pesaban quince kilos…

Persia es el pais originario del culto a Mitra que llegó a España a través de los soldados romanos, rito en el que se sacrificaba al toro en una ceremonia llamada el taurobolio, este culto llega a Roma donde mas tarde se fusiona con los misterios frigios. Desde la época republicana en los juegos del circo los venationes, bestiarii y taurinii, se enfrentaban a los toros y otros animales. Estos ludi, son para algunos autores, el único posible antecedente de las corridas de toros, si consideráramos que su origen no es autóctono de la península ibérica.

En la mitología griega el toro juega un papel importante: rapto de Europa por un toro, el toro blanco padre del minotauro, el robo de los toros rojos de Gerión que pastaban en las en las orillas del Guadalquivir, el toro y el héroe… en los Diálogos de Platón, la muerte del toro juega un papel central en una ceremonia que se desarrolla en la Atlántida para ratificar el poder real…

En Creta se celebraban juegos taurinos que comprendían diversos saltos acrobáticos sobre el toro, pero no hay indicios de que la muerte formara parte del espectáculo, de las escenas pintadas que se conservan deduce Cristina Delgado Linacero que el toro era sacrificado después de hacerle correr de un lado a otro, jugando con él hasta cansarlo en lo que se ha dado en llamar con toda propiedad corrida.

Centrándonos en el toro en España, se constata su presencia en la Prehistoria durante el Paleolítico, con múltiples representaciones en pinturas y grabados en cuevas del norte.

Existe también una tradición lúdico-taurina desde el Neolítico, que se desarrolla al amparo de las religiones ibéricas prerromanas en una zona geográfica mas amplia. Hay representaciones de toros y de escenas de toros con hombres y mujeres en distintas actitudes, en abrigos y cuevas en Teruel, Soria, Lérida, Castellón, Murcia …, esculturas como los toros de Guisando y La Bicha de Bazalote, representaciones en muchas monedas ibéricas, la tan importante y hoy desaparecida estela de Clunia…

Es imposible tan siquiera, enumerar los numerosos testimonios artísticos que representan en la península ibérica al toro y su relación con el hombre. La interpretación que demos a esas representaciones y a las actitudes, instrumentos y vestimentas que los hombres esgrimen frente a los toros, es ya fuente de un estudio en profundidad, pero en todo caso alentador del origen autóctono y milenario de los antecedentes de las corridas de toros.

Desde finales del siglo XI, existe constancia histórica de la existencia de fiestas de toros con motivos de bodas, seguramente también se celebrarían otros acontecimientos, ritos de paso como bautizos o muertes, con estas corridas caballerescas. Se dice incluso que el primer caballero que lidió un toro fue El Cid.

Desde el siglo XIII, se conoce la fiesta del toro nupcial, así se recoge en las Cantigas de Alfonso X el Sabio, la primera de la que se tiene noticia se celebra en Plasencia en cuya catedral pueden verse numerosas representaciones taurinas. Parece ser un festejo rural y no caballeresco, que celebra un ritual mágico de fertilidad, con derramamiento de sangre y contacto mágico con ella, pero en la que el toro ( y no seis como las corridas caballerescas ) no muere.

En los siglos XVII y XVIII aparece la actual corrida de toros que llega hasta nosotros como un fenómeno cultural y antropológico de largo recorrido en el tiempo, como este mero apunte deja de manifiesto. Su historia, desde entonces hasta la actualidad, merece una reseña aparte.

Los rasgos ancestrales que aún hoy son patentes en las corridas de toros, son herencia de antiguas tradiciones perdidas en el resto de regiones donde la llegada del Islam produjo su desaparición. Cada vez que se celebra una corrida de toros, algo de la tradición mediterráneo-oriental del toro renace y se recrea en una ceremonia, en la que se rinde culto al toro y el torero al sacrificarlo ritualmente, enlaza su hazaña heroica con la de los cazadores prehistóricos de hace miles de años.

Y después de haber sobrevivido en el tiempo, en la historia y en la memoria, el culto al toro y los juegos taurinos, nuestra actual corrida de toros en definitiva, ¿ es posible que pueda estar en peligro por la ignorancia, la incultura y la impostura de una equívoca sensibilidad de los antitaurinos ?

Dice Francis Wolff en su obra Filosofía de las corridas de toros: Si un día llegaran a prohibirse las corridas de toros allí donde están autorizadas, sería no sólo una perdida cultural o estética sino también moral… prohibirlas sería no solo condenar a la extinción inmediata la especie animal que es su protagonista, sino también privar a los hombres de una relación insustituible con los animales, la que han tenido en todas las civilizaciones con los toros bravos.


0 comentarios: