El día 18 de octubre de este año, vi torear a Sebastián Castella bajo un diluvio universal en Jaén, en su última corrida de la temporada europea. Al relatar mi impresión sobre su faena, en la que estuvo espléndido, acabé escribiendo "como si el peligro no fuera real".
En el libro Filosofía de las corridas de toros, su autor Francis Wolff, dice que ser torero, es tener una actitud, tanto más distante de lo que ocurre, cuanto más cerca se está de los pitones, habla del "desapego": lo más cerca del toro, lo más lejos de sí mismo y eso es justamente lo que yo vi en la faena de Castella: como si el peligro no fuera real.
Sebastián Castella encarna a la perfección la ética de ser torero. No es que sea un buen torero -que lo es-, para eso basta el oficio, dice Wolff, pero es insuficiente para ser torero, que es un valor añadido.
Ser torero es independiente de haber toreado bien o mal, también se puede ser torero en la derrota. La esencia torera, del que la tiene, se revela siempre a pesar de todo.
12/12/08
Ser Torero
Etiquetas:
Artículo de opinión,
Sebastián Castella
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