10/12/08

Dormirse en la muleta

Si un toro pudiera elegir su lidia, seguro que buscaría la muleta de Castella y en el escaso tiempo que le brinda la faena, se extasiaría del ritmo del engaño y juntos, en fantástica armonía, explicarían durante unos segundos eternos el significado de la fiesta.

Estas palabras no exentas del romanticismo que infunde la tauromaquia, pretenden ser un claro homenaje a las faenas bien hechas, al acoplamiento del toro y del torero, a la lectura e interpretación de la mejor manera posible de lo que el toro encierra y del porqué de su existencia, pero también esconden mucho de reproche y crítica hacia nosotros mismos, por no haber querido explicar a tiempo las razones que nos llevaron hacia el toro y su mundo.

Nos encontramos inmersos en una monumental campaña que trata de denostar, empleando los gélidos argumentos de la ignorancia, la razón de ser de los toros en el siglo XXI. A los movimientos anti taurinos hoy ya nada se les pone por delante y bajo patente de corso, tiran por tierra y persiguen con ensañamiento a los aficionados taurinos.

Mientras no seamos conscientes de que no hay enemigo pequeño, estos indocumentados descontrolados nos irán ganado las batallas y nos confinaran al ostracismo al que conduce la indiferencia.

Somos muchos y aun siendo esto algo indiscutible, puede que no tengamos tanto tiempo para la defensa de nuestra afición. A nuestra afición, medible en términos económicos y con buenos números, le puede llegar el día en que dé ya todo igual, iniciando un declive irreversible.

La afición se duerme ante la defensa de su causa, siendo incapaz de reaccionar, una vez más, ante la injusticia de las acusaciones vertidas por temor a ser encasillada o tildada de algo. Por otro lado, no somos conscientes que las reacciones tardías no tiene nunca la contundencia de una respuesta meditada y consensuada. Los movimientos anti taurinos utilizan hábilmente las ventajas que les da nuestra indiferencia y paso a paso irán acumulando logros.

Aunque hoy no nos podamos imaginar la prohibición de las corridas de toros en algunas Comunidades Autónomas, el grito de ¡muerte a la tauromaquia! se escucha ya con demasiada fuerza, vislumbrándose los riesgos de posibles prohibiciones futuras.

¿Por qué cuesta tanto manifestar que nos gustan los toros? Sería una lástima no ser capaces de defender a tiempo una actividad que puede presumir de ser una de la pocas arraigada en cualquier rincón de nuestro país. Va siendo hora ya de acabar con la pasividad, el mundo del toro deberá dar lo mejor de sí mismo para amortiguar con contundencia el ataque infundado de unos pocos, muy ruidosos.


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