24/10/09

Falta fuerza, no bravura

Hay aficionados que consideran la falta de bravura como el motivo principal de la ineptitud de muchos toros para ser toreados, argumentando que gran parte del problema radica en que los toros de hoy ya no son como antes.
Es evidente, que el toro de hoy nada tiene que ver con aquel que se lidiaba hace 80 años, fundamentalmente debido a que este era un toro que se defendía y que daba una lidia que en nada se parecía a la actual.

La intervención del hombre, a través de un proceso continuado de selección, ha contribuido a configurar la línea actual. Este toro tipo se ajusta al toreo artístico que demanda la inmensa mayoría del público y se caracteriza por ser un toro que acude perfectamente al capote y la muleta.
El toro actual manifiesta la deseada característica de bravura, entendida como la capacidad de embestida hasta el final de la lidia. El VIII congreso de criadores de lidia celebrado en Aguas Calientes, aporta un interesante estudio del concepto de bravura, elaborado gracias a las opiniones contrastadas de un prestigioso grupo de ganaderos. Entre las conclusiones, conviene resaltar que la bravura es un hecho cultural, un vestigio más del paso del hombre por la tierra, dejando claro que la bravura innata del toro era defensiva y la actual es de ataque.

No pueden considerarse acertadas aquellas manifestaciones que tachan de falta de bravura al toro actual, ya que es la falta de fuerza de muchísimos toros, lo que impide que la manifestación del carácter bravura se desarrolle a lo largo de toda la duración de la lidia como sería deseable.
Dado que a muchos toros les sobran kilos, tendremos que renunciar a ese toro inmenso, dado que la movilidad requerida para el toreo artístico de hoy, está claramente reñida con un toro bravo sobrado de kilos. El peso de un animal no es garante de fuerza, como tampoco lo es de peligro y aunque en contadas ocasiones se den ejemplares que cumplen con un peso elevado, está demostrado que no es lo normal. Aquellas plazas que se empeñan feria tras feria en presentar grandes ejemplares de peso, continuaran cosechando muchas decepciones.

La evolución del toro ha sido pareja a la evolución del toreo. Hoy nos encontramos ante una forma de torear mucho más estética y llena de plasticidad y movilidad. Al toro de hoy, para sacarle el máximo lucimiento a su lidia lo que hay que exigirle es más fuerza, conservando su capacidad de embestida.
La selección debería continuar hacia la obtención de un toro que manteniendo la condición de bravura actual, fuese capaz de mostrarla en la totalidad de la lidia y si el público quiere toros grandes el proceso de selección debe también dirigirse a lograr estructuras óseas capaces de mover ese peso.
Determinados factores medibles y heredables, como puede ser el nivel de desarrollo óseo y de la caja torácica a una edad determinada, deberían ser barreras de selección de futuras madres reproductoras y de los futuros ejemplares que aspiran a lidiarse. De lo contrario y si no queremos renunciar al toreo actual con un toro grande, tendremos que llegar a asumir que los toros apenas se piquen, que no haya quites, que las banderillas no cumplan su función, o que al cuarto pase muchos toros se paren, todo ello motivado siempre por la más que preocupante falta de fuerza.

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