3/3/09

De espectador a aficionado

Sebastián Castella ha supuesto, para algún espectador ocasional en la plaza, una revelación taurina, actuando como catalizador de sus emociones, enganchándole en su muleta y convirtiéndole así, casi sin darse cuenta, en aficionado.
Que suerte la de algunos, que en su camino a Damasco, sea precisamente este torero el que les haga caer del caballo y les envuelva con su arte.

Quizá me he confiado y no he sabido transmitir la afición taurina a mis hijos, aunque pienso que su asimilación no es fácil en los tiempos que les ha tocado vivir y no debe ser forzada. Uno de ellos, al que no le gustan los toros, se queda enganchado a las imágenes de las faenas de Castella, me dice: no me gustan los toros (aún no he conseguido llevarle a una plaza), pero sí me gusta Sebastián Castella.

Desde que me hizo ese comentario hemos visto vídeos y retransmisiones en los que salen otros diestros y al final siempre me dice: no sé, siguen sin gustarme los toros, pero Castella ”es otra cosa”. Y lo curioso es que este “no aficionado” nunca confunde a Sebastián con otros toreros, incluso los que le imitan, le identifica siempre sin ninguna dificultad y va aprendiendo a distinguir sus pases.

Yo, que soy Castellista convencido y militante, admiro también a otros toreros -la pasión no excluye el conocimiento- pero creo que hay algo muy especial en la interpretación taurina de Sebastián, en su sensibilidad y estética, que consigue llamar la atención incluso de los que no son taurinos (de momento).


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