16/3/09

Valencia

No tengo dudas. Cuantas más veces coincidan Castella y Tomás en los ruedos mejor para la afición. Ayer vi al Castella que quería ver y es de justicia decir que vi bien al otro torero, vitoreado hasta la extenuación en claro ejemplo de la ventaja que otorga el poder mediático.

José Tomás, un torero que destaca aun más en las tardes donde no tiene competencia. Pero Valencia fue otra cosa y se encontró por fin con quien no acostumbra. Solo la presidencia, con su sonada incompetencia, privó de un triunfo justo a Sebastián Castella. Pero qué más da, si la plaza supo despedir a Sebastián con el aplauso más sincero que un torero puede recibir.

La afición valenciana enmudeció con los quites de Castella. El primero, capote a la espalda por saltilleras o gaoneras, no lo tengo claro y el segundo por tafalleras, rematando con una larga afarolada sensacional, ambos de ensueño, poco más de ocho pases y para que más. Capote limpio y estampa eterna.

Para quites: los de Castella en Valencia.

Quites para el recuerdo, anticipo de dos faenas de entrega, honestidad y buen hacer y nuestro torero, pase a pase, arrancó los primeros aplausos y olés roncos, conquistando a una afición que venía por otro y se fue con él.

Gracias por ese estatuario de infarto, por ese pase de las flores de cartel y por esa estocada al segundo que quiero verle todas las tardes y que bien valía la oreja que le quitaron.